domingo, 3 de julio de 2011

La chica del vestido rojo.

Alice fue a la fiesta. Aunque su primer pensamiento tras atravesar el hall que tuvo fue: 'Pero que estúpida, mira que venir con el vestido rojo... tendría que haber venido con el negro, para pasar más desapercibida.'
En realidad a Alice le gustaba más el vestido rojo, palabra de honor y ajustado a su cuerpo, ese vestido le hacía sonreír al recordar sus años en ballet y sus excelentes resultados. Pero el negro era más serio y no destacaba tanto, aunque sí era el más elegido por las cincuentonas encorsetadas en esos vestidos, parecían desagradables morcillas.
Alice también pensó en que era la última vez que haría caso a Judith, mira que dejarse engañar por Miss Escote... Pero era su mejor amiga y casi una hermana, sólo le faltaba tener el mismo grupo sanguíneo.
Cuando pasó al salón, lo primero que hizo fue coger una copa de champagne del pingüino que pasaba delante suyo, todo aquello le parecía ridículo.
Mientras daba pequeños sorbos a la copa, se acordaba de cuando un mes atrás llegó a casa con la noticia de que su nueva empresa de telecomunicaciones iba a dar una fiesta en la que se tratarían los nuevos objetivos del año. Su primera reacción fue no asistir, pero Judith (una vez más) la convenció para asistir, no iba a faltar a su primera fiesta como trabajadora...
Alice no se dio cuenta, pero al otro lado del salón, alguien sí reparó en ella, sus ojos claros y casi macabros miraban a Alice de arriba a abajo, mientras sus manos frías con dedos largos tamborileaban la copa.
Alice saludó a un par de pequeños grupos de compañeros de trabajo, aunque no se quedó en ninguno, tuvo todo el rato la sensación de que sobraba en ese lugar. Y la idea de marcharse de ese lugar se hacía cada vez más sólida en su cabeza.
De repente, la mujer del jefe de marketing irrumpió en la sala a grito de que había sangre en el aparcamiento.
Todos se quedaron extrañados y al principio no sabían lo que significaban esas palabras en sus cabezas.
Apenas 30 minutos después, un grupo de sirenas y ruidos alborotaron perfecta fiesta.
El jefe de la policía habló con el jefe de la empresa, para preguntar por la víctima, mientras su cuerpo era recogido de la escena. el momento en el que los especialistas cerraron la cremallera, un escalofrío recorrió el cuerpo de los allí presentes.
Al parecer una joven con un vestido rojo había sido apuñalada en múltiples ocasiones, dejando su sangre escarlata repartida por el aparcamiento.
La noticia tuvo a todos perplejos durante varios días en la oficina, pero poco a poco todo volvió a la normalidad. El siguiente lunes después de la muerte, el veterano González presentó su dimisión, sin dar explicaciones. Sólo la carta de dimisión.
Cinco días después la policía irrumpió en casa de González, pero allí no había nada personal, como si hubiera desaparecido de la tierra.
Tan sólo una carta de recomendación para la empresa de Alice. La chica que sólo quería pasar desapercibida aquella noche, pero que Judith se empeñó en hacerla brillar.